“Medios de comunicación y violencia."
"Toda violencia sembrada en la niñez, fructificará "
Dr. Daniel Prieto Castillo. Argentino.
Texto extraído de: Prieto Castillo D. Los formatos televisivos.
Mendoza: Ediciones Culturales de Mendoza, 1994: 53-55.
Comentario
* Facultad de Filosofía y Letras.
Universidad Nacional de Cuyo.
Reconocemos los riesgos de los medios
de comunicación: su excesivo juego
con la violencia, sus intentos de dejarlo
todo en la superficie, su fragmentación,
su falta de relación con nuestro contexto...,
pero ellos no son ni más ni menos
riesgosos que la calle o que cualquier
ámbito de la vida del niño. La clave está en
las relaciones con los mayores, en el logro de
un hogar, de una comunidad de comunicación
y de sentido, que no ha cesado de
deteriorarse en estos tiempos de crisis
económicas y de lucha por la supervivencia.
Ese punto de partida resulta necesario
para no buscar un único causante de
los males que reconocemos en nuestra
sociedad, como si la simple supresión de
la televisión o de esos programas asegurara
una situación distinta.
Sin embargo, ese reconocimiento no
puede llevar a desentendernos de lo exhibido
en la pantalla, porque por más
mediaciones que hagamos desde el hogar
y la escuela, queda presente siempre
la huella del horror en la percepción.
Se ha discutido mucho, y se han realizado
no pocas investigaciones, en torno
a los efectos de la violencia en el niño:
hay quienes sostienen la necesidad de
ofrecerla a la mirada porque es un modo
de descargar las naturales tendencias
agresivas de los pequeños (y de los mayores);
otros afirman que cuando uno se
ve expuesto a esas escenas queda alterado
y dispuesto a practicar la violencia.
No entraré a discutir esos enfoques,
sobre el sentido o no de la influencia. Por
supuesto que considero posible una influencia
y no precisamente buena. Pero
prefiero centrarme en otra perspectiva:
¿cuál es la necesidad de exhibir tanta
violencia…?
La necesidad de mostrar violencia no
proviene de un ansia de los productores
por calmar la posible agresividad de la
gente, ni por satisfacer un incontenible
llamado de ésta a favor de esos programas.
Proviene de una práctica de tipo
económico: la violencia atrae, nadie lo
niega, y vende millones de copias en cine
y en video. El motivo es estrictamente
mercantil y estamos en presencia de una
mercantilización del horror.
Si el ser humano es un incansable
buscador de experiencias visuales nuevas,
si le atrae lo lejano con una fuerza
irresistible, si el dolor ajeno y la exhibición
de la violencia y de la muerte constituyen
formas de atracción históricamente
conocidas, no hay por qué alimentar
de manera tan refinada (desde el punto
de vista audiovisual) esas tendencias.
Y no pido producciones como si la
violencia no existiera. Lo que reclamo
con toda fuerza es un cese de la espectacularización
de la violencia en detalles
tan precisos, tan refinados, tan morbosos
como los que muchos niños están forzados
a ver. Repito la expresión: son forzados
a ver, porque cuando se ofrece repetidamente
semejante dosis de golpes,
miembros destrozados, sangre, no hay
más remedio que verlos, por mucho que
hagamos los mayores para evitarlo o para
ayudar a mediarlo.
¿Qué hacer? (…) no se trata de salir a
prohibir como si la única solución fuera la
censura, pero sí de abrir espacios de discusión
y de negociación con las productoras
y las distribuidoras para llegar a conclusiones
útiles para padres y educadores.
Creo que hechos sucedidos últimamente en mi trabajo, fueron guiando mi lectura en la web. Me encontré con mucho material interesante, entre ellos éste, el que decidí compartir con Ustedes. Algo más, para seguir pensando...
ResponderEliminarLa violencia en la sociedad parece desgraciadamente enquista. Los linchamientos, los medios que hablan del tema permanentemente, las agresiones de diversa índole que todos sufrimos en mayor o menor medida. Pero desde nuestra profesión no nos queda otra alternativa que hablar del tema, concientizando a los alumnos sobre la manera de no aportar más agresión de la que hay. Todo un tema. ¡Pero hay que insistir! Vale la pena.
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