Comunicarse es la experiencia humana que asumimos como parte de nuestra
cotidianeidad, representa el espacio donde cada quien pone en juego su
posibilidad de construirse con otros.
Desde ésta perspectiva, la comunicación, entonces,
trasciende el ámbito exclusivo de los medios para recuperar el sentido
experiencial del término: diálogo, intercambio, relación de compartir; para
ampliar la mirada asociada al acto de informar, de transmitir, de emitir. Por
lo tanto, se propone comenzar a entender a la comunicación como producción
social de sentidos y la educación como procesos de formación de sujetos.
En la actualidad con la aparición y el desarrollo
de las tecnologías de naturaleza electrónica la sociedad asumió modalidades de
comunicación masivas siendo parte de la vida de un gran número de personas,
pero en los jóvenes juegan un papel esencial por ser agentes centrales de sus
actividades cotidianas, lo que se traduce en el uso frecuente de dichos medios.
Esta cercanía de los jóvenes con los medios suele
ser criticada en el ámbito académico. Es habitual escuchar a los docentes
responsabilizar a los medios por el desinterés de los jóvenes ante la lectura,
de su apatía frente a los problemas sociales y políticos, de su individualismo,
su violencia y su visión consumista. Comentarios con la implícita idea de que
los jóvenes son poco reflexivos ante los mensajes mediáticos.
Para los jóvenes los medios representan una manera
de acercarse a la realidad y a otros individuos, lo cual contribuye a crear una
visión del mundo en el que viven y de sí mismos, como jóvenes y como mineros de
la sociedad.
Los estudiantes consideran a los medios de
comunicación masiva como elementos propios de su tiempo, de una época que se
caracteriza por el desarrollo tecnológico, y el flujo de la información, de ahí
que la presencia de los medios no sea solo natural y cotidiana sino necesaria,
sobre todo la de internet.
La educación ya no se circunscribe al ámbito de las
instituciones educativas, para así dar lugar a otros espacios sociales que
puedan tener prácticas educativas.
Si bien existe una relación por recurrir a los
medios como herramientas, la educación
para los medios es más compleja, ya que los alumnos deben exponerse a los
medios, deben analizar su contenido y deben crear sus propios textos. Esto
lleva a sugerir la importancia de formalizar la educación para los medios. Se
debe puntualizar en el desarrollo de habilidades de recepción crítica.
La educación se transforma en la herramienta
necesaria para lograr la formación de ciudadanos para ese proyecto de nación. Y
la comunicación, se asocia a la transmisión de contenidos, se torna la llave
para acarrear claridad, distinción y orden a las aulas.
Otra forma de poder intervenir desde comunicación/educación se encuentra en los espacios institucionales educativos y en los mediático-tecnológicos. Cuando hacemos referencia a los institucionales educativos, nos referimos a los establecimientos educativos formales (escuelas, institutos terciarios, universidades) e informales (un sindicato que brinde cursos de especialización, institutos de idiomas, partidos políticos que brinden instancias de capacitación a sus afiliados). Por su parte, los mediático-tecnológicos se encuentran en los medios de comunicación (sean masivos, populares o comunitarios) y las nuevas tecnologías, como la web o los juegos en red.
La escuela, en sus orígenes, operó como promotora del abandono de un tipo de prácticas que los sujetos traían desde sus contextos más cercanos. Así fue modelando a los alumnos para los tiempos del ocio (recreos) y los tiempos productivos (trabajo en el aula) que requería la Modernidad.
El contexto actual obligó a la escuela a reconocer el “afuera”, e incorporar de a poco una suma de prácticas que en otros tiempos históricos las negaba.
Reconocerlos –incluso o especialmente en nuestra práctica– es garantía de capacidad reflexiva: la posibilidad de separarnos de la experiencia para iluminarla, comprenderla y poder transformarla, si es que de eso se trata.
Otra forma de poder intervenir desde comunicación/educación se encuentra en los espacios institucionales educativos y en los mediático-tecnológicos. Cuando hacemos referencia a los institucionales educativos, nos referimos a los establecimientos educativos formales (escuelas, institutos terciarios, universidades) e informales (un sindicato que brinde cursos de especialización, institutos de idiomas, partidos políticos que brinden instancias de capacitación a sus afiliados). Por su parte, los mediático-tecnológicos se encuentran en los medios de comunicación (sean masivos, populares o comunitarios) y las nuevas tecnologías, como la web o los juegos en red.
La escuela, en sus orígenes, operó como promotora del abandono de un tipo de prácticas que los sujetos traían desde sus contextos más cercanos. Así fue modelando a los alumnos para los tiempos del ocio (recreos) y los tiempos productivos (trabajo en el aula) que requería la Modernidad.
El contexto actual obligó a la escuela a reconocer el “afuera”, e incorporar de a poco una suma de prácticas que en otros tiempos históricos las negaba.
Reconocerlos –incluso o especialmente en nuestra práctica– es garantía de capacidad reflexiva: la posibilidad de separarnos de la experiencia para iluminarla, comprenderla y poder transformarla, si es que de eso se trata.
Lo
masivo, todo un modo de comunicarse que es un modo de producción de la cultura,
está presente aún en nuestros más íntimos diálogos.
Durante mucho tiempo, hablar de la cultura masiva
fue hablar de medios de comunicación de masas, y especialmente, de los
productos elaborados y difundidos por ellos.
Esa perspectiva nos pone en camino de pensar la
cultura y la comunicación masivas como espacios claves para la producción de
los sentidos predominantes del orden social en tanto emisores y receptores,
productores y consumidores negociarán allí esos sentidos, la cultura y la
comunicación masiva se construyen con la cooperación de los sujetos receptores,
con sus adhesiones y rechazos. Unos y otros hablan de las estrategias del poder
pero al mismo tiempo de las realidades vividas por los diferentes sujetos.
Como decía Foucault mientras observaba el cuadro de Magritte "Esto no es una pipa, yo diría. Esto no es un hipertexto de bitácora. Más bien parece un especie de síntesis o recopilación de frases tomadas de la bibliografía y otros textos que supuestamente intentan definir qué entendemos por cultura, comunicación y educación. Ahora, la pregunta es sobre cuál fue la experiencia de lectura y elaboración que hiciste sobre los mismos y, todavía mejor, qué podés hacer vos con estos conceptos, cómo te los podés aporpiar. De eso no aparece casi nada.
ResponderEliminarOtra cosa, se puede trabajar mucho más el tema de las imagenes y otros recursos hipertextuales que podés sumar a tus publicaciones.
Tené en cuenta estas cuestiones para la próxima publicación.