martes, 30 de julio de 2013


Comunicación y escuela para la democracia


El posicionamiento docente deseable respecto a los medios de comunicación es el de realizar un proceso de aprendizaje permanente de la cultura mediático-tecnológica, el de aprender con los estudiantes y el de animarse a aplicar estrategias creativas para analizar los procesos comunicacionales.
Comparto con Giroux el anhelo de tener docentes como intelectuales, por lo cual me cuesta admitir la existencia de un docente contenidista, tecnófogo o informado (aquel que cree que sabe porque escucha las noticias y se limita a repetirlas como un loro).
En Una primera aproximación al campo de Comunicación/educación, Huergo manifiesta que la educación no queda restringida sólo a las escuelas, sino que también se extiende a la familia, la calle, los grupos barriales, el trabajo, como así también a los medios de comunicación y las tecnologías.
En este sentido, ya hemos leído a Prieto Castillo, para quien “dos instituciones aparecen en nuestras sociedades como ámbitos privilegiados de discurso: los medios de difusión colectiva y la escuela”. A esta afirmación, se puede agregar lo dicho por Stella Martini respecto a que “la noticia periodística comparte con la educación la función de difusión y consolidación de imaginarios, símbolos, valores y tradiciones, con la diferencia de que la escuela opera sobre el individuo durante años y los medios de comunicación durante toda la vida”.
Puesto que los medios de comunicación tienen una gran injerencia en la construcción de los imaginarios sociales, es grave que un docente sea contenidista, poco crítico y carezca de estrategias para promover la aptitud crítica de los alumnos hacia los mensajes que consumen de los MCM como así también de las tecnologías que utilizan.
Huergo manifiesta que la escuela “puede negar los programas de televisión en el desarrollo de los contenidos curriculares, pero sin embargo, no puede detener su presencia en la constitución de la subjetividad de los alumnos (cultura mediática)”. Esto es claramente cierto. Esconder la cabeza como un avestruz no cambiará los fenómenos que acontezcan en el Universo, pero la escuela argentina actual, al menos desde la planificación curricular del ministerio de Educación, intenta que sus docentes aborden críticamente lo que acontece en los medios de comunicación; de hecho, existen materias como Observatorio de medios y Observatorio de comunicación, cultura y sociedad.
Desde la planificación del Estado no se busca que los docentes sean sujetos que leen y repiten las noticias, sino que sean sujetos críticos, educadores-educandos, que busquen desenmascarar los intereses de los MCM.
Podría decirse que, en la actualidad, el Estado Nacional intenta que sus docentes generen en los alumnos una aptitud crítica respecto de los mensajes emitidos por los MCM. Incluso, el Estado utiliza a los MCM para intentar educar y debatir los mensajes que construyen los MCM.
Hace algunos años, el Gobierno nacional decidió abrir una batalla cultural contra los medios hegemónicos. A causa de ello, como es sabido, utiliza los medios de comunicación que tiene a su disposición para tratar de formar y apropiarse de la construcción de ciertos sentidos; en este marco, no parece descabellado imaginar que anhele que la escuela se sume a esta disputa cultural y espere que sus docentes sean reflexivos y no escondan la cabeza como un avestruz.
Huergo cita las nociones de estrategia y táctica de Michel de Certau, para comprender dónde está el poder y así planificar el modo de actuar en la búsqueda de ciertos logros o victorias. Indica, por ello, que la estrategia es un término relacionado con el dominio del poderoso e implica la derrota de las fuerzas del otro y que, en cambio, la táctica es el terreno del débil, quien juega en los dominios y terrenos del poderoso, sin contar con un lugar propio.
Por su parte, durante una clase, el docente cuenta con un poder relativo y, si su meta es generar debates sobre las tecnologías y los medios de comunicación masivos, deberá ser creativo en el uso de sus tácticas y estrategias. A su favor tiene que los mismos medios de comunicación generan temas de interés permanente en los alumnos y, sobre esa base, podrá iniciar un espacio de comunicación democrático en el aula.
De lograr ello, como desea Huergo, la “comunicación trasciende el ámbito exclusivo de los medios para recuperar el sentido experiencial del término: diálogo, intercambio, relación de compartir; para ampliar la mirada asociada al acto de informar, de transmitir, de emitir”.
Es trascendental que la escuela aborde y sea partícipe de la comunicación, para que pueda construir un imaginario social respecto a la comunicación mucho más democrático, donde los distintos alumnos y el docente intercambien honestamente ideas y pareceres sin una relación asimétrica entre emisores y receptores (frente a la deshonestidad con la que se suele operar en los medios de comunicación masivos y a la relación asimétrica que establecen con sus receptores).
La importancia de la comunicación ya fue notada por nuestros lejanos ancestros. Tan así que el mito del origen del desentendimiento entre los hombres está descrito en el mismo Génesis, asegurando que Dios castigó la soberbia de los hombres que deseaban construir una torre en Babel hasta el cielo, generando los distintos idiomas para que no pudieran comunicarse y se esparcieran por el mundo. 


El tema, pues, es cómo nos comunicamos. ¿Actuamos de manera pasiva, siendo receptores de los mensajes de los MCM, o siendo críticos e intentando debatir sobre la construcción de la realidad? ¿Entendemos que, si tomamos una posición activa, adquirimos más poder para el pueblo y que, por ende, construimos más democracia?
Mata describe el modelo informacional, caracterizado como un proceso de transmisión de significados que se realiza desde un emisor a un receptor utilizando algún tipo de canal. Frente a este esquema, menciona a la comunicación como producción de sentido y hecho cultural, el cual reconoce que tanto en la esfera de la emisión como en la de la recepción existe producción de sentido –y no mera transferencia de los primeros a los segundos– aún cuando ella sea desigual, no simétrica.
Por ello, frente a estas asimetrías, la escuela debe ser un nodo para el desarrollo de una comunicación más democrática y para el desarrollo del sentido crítico respecto a los mensajes emitidos por los MCM.
Como afirma Huergo, “podemos realizar una acción estratégica desde comunicación y educación, con la pretensión explícita de trabajar con el otro y no para el otro,  pero además debemos tener presente qué sentidos buscamos despertar, como también qué prácticas hegemónicas pretendemos horadar”.        
El autor también indica que “es aquí donde interviene la comunicación como producción social de sentidos, sin caer en las presunciones de transparencia y acuerdos armónicos, para revitalizar el carácter político y conflictivo del diálogo. En estos entrecruzamientos sucede lo sustancial de un proceso de comunicación y educación, donde los mundos culturales de los sujetos se inscriben en los grandes proyectos políticos”.

2 comentarios:

  1. Hola Emanuel. Efectivamente creo que captaste la idea de los autores leídos, comprometidos en este proyecto de democratización del sistema de medios al que hacés referencia. Y me pareció interesante el modo en que lo relacionás con las transformaciones de los diseños curriculares de la escuela secundaria. En fin, teóricamente hablando el trabajo está muy bien. Lo que te sugeriría para la próxima publicación es que trates de dar cuenta de tu porpia posición ¿hasta donde sos uno de esos docentes-intelectuales que reivindicás? ¿hasta donde lográs evitar recaer en posicionamiento disciplinadores?¿cuán comprometido estás con qué proyectos? etc.
    Y otra cosa, recordá que se trata de un hipertexto, motivo por el cual se esperan links, imágenes, videos, etc. Democracia también en los lenguajes.

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    1. Hola Pablo, gracias por la devolución. Tendré en cuenta poner videos y links en los próximos trabajos y tratar de abordar de alguna forma las preguntas que me realizás. Saludos

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